No hay un plan predefinido para esa tarde y tu hijo de 5 años te grita desde el baño:
-¡Mamá! ¿Podemos crear un mundo?
-¿Cómo? -respondes entre confundida y expectante, gritando también para salvar las distancias-
-¡Convertir el mundo en otro mundo! ¿No lo entiendes?
– Pero ¿cómo? -insistes buscando precisión o instrucciones o esperanza-
-¿No sabes crear otro mundo? ¡Pues vamos a crear otro mundo! (Y así aprendes -eso último no lo dice pero lo piensa y tú le respondes también mentalmente: cuánta razón tienes, todo es ponerse-)